miércoles, 27 de septiembre de 2023

Ventiscas

En otra secuencia sin congojas,

el tiempo vuelve a pasar

y no es menester tantas sombras,

mucho que olvidar. Tal vez no pueda

subsistir el ritmo de todo aquello

que se va en caídas. Lo que se nubla

en suspenso permanece, también

por saber sintetizar la luz.

Amanece en pausas la memoria,


donde todo lo impersonal

recorre el aire que no muerde.



 

Enredaderas

Se marchan una a una las palabras

hacia los intersticios de un telar,

fotografiado en el instante

que dura lo que nos dejó

algún intervalo de la bruma tenue

provista ya de cielo, ya de horizonte,

ya de sol, ya de brisa tonificada

en la madera. De la tierra en su raíz

que deslumbra un paso de la ciencia.


¿ Y cómo salir de la textura

de este silencio malherido?

Camina el aserrín de otro circo

sobre el valle inerme de suspiros,

porque hay bueyes demorados

en la esquina de un estímulo supuesto.

Mientras duermo alguien traduce

el poema que no puedo escribir.

Quizás todavía un relámpago se asombre.




Miniaturas

Todo es nervaduras después de cavilar

porque no hay hoja más resquebrajada

que la que nunca cayó.

Piensa un árbol receptivo y acaso

malinterpretado. Escucho repeticiones

en la meseta gradual. Y voy a bajar

hacia el centro de mi serenidad.

Por ahora es primordial erradicar

el daño sin sentido ni retorno.


Un paisaje podría restablecer la distancia.



Basado en "Viaje alrededor de la luna", Julio Verne.



Páramos

La torpeza del dolor cambia de mano.

Quebranto y soledad, minerales.

Demasiadas pocas sirenas

y un espacio de estridencias aferradas

a los verdeados brazos de la noche.

Acumula adjetivos un cuaderno

para que la nada desajuste su presión.

Después brilla la luna de un suburbio

entre los motivos de alejarse.


Mínima sutileza de la flor silvestre,

soñábamos la calma de un delfín

falto de símbolos reflectores

y una remanente palabra de la selva.

Hacia la profundidad viaja algún pájaro

que ahora ya menos extensivo

descifra la continuidad

azul de cierto árbol.

Apenas la inocencia se cubre los destinos.

basado en "Príncipe y mendigo", Mark Twain.



miércoles, 20 de septiembre de 2023

Total

Sin legión que erosione los espejismos,

ya que refractado el aire no se brinda.

Especímenes del sol en manifiesto,

criaturas de la sombra que reptaron

los costados de mis pasos sin criterio.

Un soplo de caracolas en las dunas

para las rendijas de un satélite

que llueve tallos en manos del asombro.

Será un destello de la sensación


de haber perdido el infinito.




Decires

Onmorrosíngalos dirán  cercenando eucaliptos.

Ufologo aficionado ningún lugar es insuficiente.

Modo helicóptero en el celular

y los valores trastocados de lo mismo.

Dispersa la vajilla, se cansó mi tenedor

de sostener el horno en huelga.

Ya anduve por los vértices

y nunca me abandonó la divinidad.

Por eso los berrinches no aclimatan neologismos.


Escribo para sanar el chubasco en mis ventanas,

que también son errancias circulares

hasta una suma sin ansias

de pasar por los reproches.

Siempre es demás el otro mundo sin mundo.

Y permanecen nuestros árboles

en modestos jardines.

Más la precisión espiritual no refunfuña

un caligastro de la soprasónica olla.  



    

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Regreso a casa

Bendición de otra lluvia

y mucho camino por andar.

Nunca tuve un paraguas.

El lápiz no se mueve solo.

Búsqueda sin delirios, llegamos al mundo.

La postura me reclama

para soltar la mañana, enajenado

y siempre algo está a punto de ser resuelto.

Minimalista debajo de una lupa.


Perdido todo reflejo

caí atropellado por mesas chuecas.

Acaso alguien pisó su pasado.

Cocodrilos en tu almohada

no te dejan respirar

y un resumen de los años

que no vuelve a mi memoria.

El viento no dicta ni el universo se detiene

abandonado de impulso


reflexiono otra salida

desdibujando un pentagrama.

La noche se eleva por sobre el bullicio.

Embotamiento y bicicletas,

las montañas desde el cordón

y un sonido en el aire lastimoso.

Recuerdo una estrofa en blanco

y no puedo descifrar finales.

Con lentitud me puse en pie, raspado.




 

Transición

En la insólita dispersión

de una tarde en fuego sin luz

nos dejamos caer heridos de apuros.

Hemistiquio por donde pasé

sin darle respiro a la entre-línea,

todo está presente en la tierra desde el cielo.

Cesura desatenta en las paredes,

dicha ya la sinalefa próxima,

por todas las mañanas anónimas de esfuerzo.


Sin escribir la noche me deja

en blanco.

El arte es además, una cuestión de fe.

La ironía habita un cuenco.

El desaliento extiende su impotencia.

La perfección cuida explosivos.

Los signos nunca huyen

y todas las palabras son comienzos.

Hay algo sagrado en nuestras manos.



 

Presencias

En otro tiempo y lugar,

navegó implosionada la verborragia.

Cauce de los rincones, diluyéndose

mi anatomía. Todo está cerca.

La importancia responde un horizonte

de pasos que vendrán aún en la penumbra.

Desperezándose la madrugada mental

que deja atrás un viento de tristezas

donde se quejan las puertas imprevistas.


Baja un mareo la calesita sin árboles,

por entre palabras indóciles, recuerda una tarde

las nubes que trajeron sus detalles.

Las raíces que el aire no ignora,

donde la soledad contiene

la ilusión de un archipiélago


porque acaso desconoce el último sol

de lo copiado. No habrá una sobrecarga

entre las ruedas de la insinuación.




Lago elemental

Laberintos de humo, flores del bien.

Gris parsimonia esperanza la mía,

revolotea una tarde de lluvia.

Entre nosotros el océano se fue de vacaciones.

Por todas partes enmudecen calendarios

y ya vimos nacer tantos tréboles

que la tierra se sumerge de naranjas.

Eso que yo me río del sistema

donde la irrigación perfuma un cactus.


Minotauro por arriba misma ducha.

Dando vuelta la cicatriz de un mapa

duermen los arroyos en la inquietud.

No habrá más jugo ni olvido,

tengo un apocalipsis que contarte

y para reír me duelen las cosquillas.

Habla el tiempo fracturado

en un sismo de la luna

y un loto que no alcanzo, abre su paciencia.




Transmigración

   Cuando aquel negro bolsa de humo, se convirtió en una lagartija, ya no hubo niño infeliz sobre la faz de la tierra. 



miércoles, 6 de septiembre de 2023

Puro cuento

   Saliste de la iglesia con una luminosidad mayor a la circundante. Tu cara era una decisión clara. Tu sonrisa me abrazó sin interrupciones. La fe es un cotidiano salto al vacío. Tu mano fue a colgarse en la verticalidad de un complacido hombro. Hay un brillo redentor en tus ojos, rejuveneciendo los recuerdos. Rodearte la cintura con el brazo es una de las formas de la gloria. Bajamos así los anchos escalones, mientras la celeste tarde va agrietándose en naranjas tenues, en busca ya de un atardecer plateado. Me señalás la esquina con un gesto leve. Me dejo guiar. Me desconciertan los paracaidistas llegando al centro de la plaza. La multitud se abre, formando un círculo ávido de espera. Nosotros cruzamos la calle y el abrazo persistente nos protege y nos da una vibración de vuelo. Caminamos sin apuro. No hay palabras en forma de sonidos. Nuestro diálogo es corporal y contiene una espiritualidad que acaso excede las explicaciones verbales. Pasan otras cosas y autos y camionetas y gente alrededor. Nada puede inmutar nuestra alegría. La vida es nueva. El mundo es nuevo. El presente es absoluto y brilla sin necesidad de exclamaciones.


   Se trata de poder contar el cuento. De seguir contando el cuento. Siempre y cuando haya algo que contar. Siempre hay algo para contar. Es una sensación ilusoria de eternidad. Un infinito más descriptible que el propio ser. Sólo tres cosas importan en la vida: el amor, la amistad y la fraternidad. Todo lo demás es una mera anécdota.

   El invierno arrecia y el frío no nos arredra porque abrazados caminamos, sin pavor, sin lastre, sin tristezas ni decepciones. Vamos bajo un halo acaso indescriptible. Perfecto movimiento de dos cuerpos sin heridas. La cuadra de la plaza termina, como terminan los paraísos de la infancia. Volvemos a cruzar y de algún modo hay premoniciones. Son pasajeras, porque nuestro rumbo es cálido y volátil. No hay nada enmarañado en la breve y profunda caminata, que parece durar más que el tiempo y sus desgloses. Sin complicaciones, sin pensamientos concretos, sobrevuela una ráfaga de liviandad sin ningún elemento frívolo, sin resquemores, sin cinismos, sin el rencor ni la incompetencia, sin experiencias malogradas. Es un estado de gracia, posterior a toda apariencia, a todo marco referencial, a toda liturgia común. Anterior a las desilusiones, a los desengaños. Irrecuperable en la praxis, maquillada o no, filtrada o no. Un sentimiento, se diría, sin las pequeñas muertes de los crecimientos ni las moralinas de lo social. Avanzamos así, por las tres o cuatro cuadras que conducen hasta la casa de tus padres, hasta tu casa. No estamos perfumados ni vestidos de etiqueta y sin embargo, es inolvidable el olor de tu persona. A riesgo de ser cursi, recuerdo en tu sonrisa, un aroma de jazmines. No hay nada rancio en la percepción que emana incluso de tu campera. No puede durar esta dicha perfecta, esta falta total de hostilidad, de violencia, de odios, de temores, de prejuicios, de innecesarias y mediocres tensiones, de rutinas enterradas, inexistentes, prontas a reaparecer, ignoradas en el abrazo más puro, en la felicidad sin fisuras que recuperaré algunas otras veces en el futuro, en otras mujeres y en otros momentos de sombras lavadas, de lustre luminoso y acaso posterior o anterior, a cualquier forma de penetración o de cuerpos reales entrando y saliendo de esa fugacidad incandescente, por darle algún adjetivo que emitido o nombrado, pierde su esencia. Este platónico y breve andar de a dos, es literalmente así. No hay una posesión, no hay un tuyo o mío que desvirtúe el nosotros más allá de nosotros. Inclusive lo literal se vacía de sentido, como si camináramos sobre una nube, como si alguna deidad incognoscible nos dispensara por un tiempo de nuestra condición de marionetas, de seres comunes, llevados y traídos por un mismo viento y un idéntico sol de imperfecciones.


   Salimos de un ritual con ornamentos tradicionales. Asistíamos a una ceremonia que no entendíamos del todo, que no reflexionábamos a fondo y quizás por eso mismo, nos entregábamos sin medias tintas. Viniste hacia mi como quien abre una ventana cerrada durante mucho tiempo, como quien ventila toda hipocresía sin juzgar sus normativas frecuentes ni creerse dueño de la verdad. Tu levedad fue una fortaleza y tu abrazo una restitución de sueños sin parábolas contadas. Nos movemos en ese trayecto de cinco cuadras, sin segundas intenciones, sin palabras con doble sentido, sin ninguna pre-figuración de futuro. Ausente todo cálculo y toda promesa, no es más que eso: llegar a destino y saludarnos y verte entrar por la puerta y dar media vuelta y volver henchido de una felicidad sin mácula, de un sentimiento tan puro que no puede ser atravesado por pensamiento alguno. Un lapso ínfimo y eterno que el paso de los años traerá como una esperanza en cada encrucijada oscura de los caminos. Cada vez que la vida me haga sentir radicalmente derrotado, abatido, exhausto hasta querer morir. En todo invierno con el alma transida, con el cuerpo derrengado y con la fe, vuelta un amasijo de ciego desafío, de profunda y contundente desesperación. Ahí en esa quietud de completa tiniebla, aparecerás siempre de un modo u otro, para recordarme la inexistencia de la palabra imposible, para no permitirme estar rendido y tirado, aún en la completa soledad y en la más nociva percepción de desamparo, estará tu aura, tu aliento pre-adolescente, diciéndome que mientras alguien salga al encuentro de la frescura y vaya en pos de vuelos sin densidades, como paracaidistas que también ascendieran y muchedumbres que asimilaran la paz, yo siempre seguiré viviendo.     



     

sábado, 2 de septiembre de 2023

Movimientos

 Un racimo de uvas mistificadas,

gestión de fantasmas pasando por el acueducto

de todo un pasaje a preguntas certeras

ni tan siquiera rebotes, el silencio es mi aliado.

Bloques de hielo en la esperanza,

vuelvo adonde nunca nos fuimos.

Más descriptivo la agitación me acorrala

de a uno vías del tren menos graffitis.

Cambio de síntoma, sintaxis del frío,


tragada ola varices del tiempo,

encontrar alguna forma de alegría,

reducción del ego anteojeras caballos pastando.

Sin cortes inconsolables pequeña dulzura,

cicatrizan las heridas corran para ver

sin mirar la madreselva que sostiene

otra vez nuestra incoherencia en el sonido.

Visible forma de un vaso vacío

que sin romperse descansa ahora en mi mano.