Duele
como un temor constante
a un puñal desprevenido
quedar en pausa
sin solución de continuidad.
no hay tiempo para la poesía
que supo abolir el tiempo.
Es una frase interna
desprovista de palabras
y el sonido descansa los fantasmas.
entrada de pablo pioluchi a las
14:05
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Un cálido vértice de la noche
reincorpora la cifra del acento
el silencio emerge ruiseñores
con un lugar común apelmazado.
Hacer la plancha infinitamente
somos indios en bolas todavía
no tengo fuerzas para levantarme
escucho el ritmo de mi respirar.
Está llorando mi pasado ayer
mañana vendrán chalecos reídos
no resulta indiferente jeder.
Pienso que un celular es un avión
y distingo el humor de las flores
me levanto de las sombras dormido.
entrada de pablo pioluchi a las
14:13
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Un hilo sutil mueve esta mano.
Cuelgan dos ojos
sin figuración en el ánimo
lejano de un río.
Menos abstracto
trajina la ilusión de un árbol
y alguna memoria
en huesos que merodean
la fértil mañana
cegando la resignación
de los elefantes.
Pasan dos piernas
ensimismadas de invierno
y atardece el sol para después
la electricidad civilizada
de aquel huracán
en disgregadas hojas.
Se queda el mundo
aterrizado en la ruptura
donde vuelven a partir
los cuerpos sin los cuerpos.
Hay un final de nube en la vereda.
entrada de pablo pioluchi a las
17:18
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Cae
la
nieve
sobre
la
suela
de
mis
zapatos
rotos.
entrada de pablo pioluchi a las
17:11
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Muy cerca del futuro que se fue
encuentro la perspectiva enmarcada
en el cuello de un cisne.
Ahora el cielo aminora lejanías.
No hay cuadro que pueda sustentar
la totalidad de esta desdicha.
Exonerado en el silencio
las horas pasan hasta el viento.
Recuerdo un sonido
despierto en el asombro
que dejó la noche falta de matices.
No es un soneto ni por asomo.
El tiempo inaprensivo de este error
dice no sé más que reciclarme.
entrada de pablo pioluchi a las
17:50
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Maltratado como el lenguaje
vuelvo a su cadencia
que me alimenta sin comparaciones
como un suburbio vacío de gritos.
Todos los charcos se fueron
por su cauce en las películas
donde habitaban menos ranas
que en el castillo de arena
durante mi infancia tan feliz.
Volver a sentir que hay caminos posibles
y menos desiertos en la piel
donde la absoluta tierra
no está muerta incluso de presagios.
Una suma de rincones que atenúan
mis abismos en el humo de las costillas
que declaran la exacta claridad.
entrada de pablo pioluchi a las
17:48
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Sentido en lo que pierde
razón de ser deslumbre
y un fuego secular
en el centro solo del invierno.
Un poco más allá del entendimiento
no hay vacío ni siquiera en el vacío.
Lo que perdura ya nos trascendió.
Primero estaban los trenes diminutos.
Estaciones móviles
en el fin de la tarde toda
y una mano entre los pensamientos.
La insignificancia más feliz
adolece de dominios señalando
y en esta lluvia brilla el sol.
entrada de pablo pioluchi a las
17:42
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La fiebre hundió el verano
y la mente es algo tonta,
para no sucumbir a la estupidez
más imbécil.
El valor sigue intacto
y el humor parece un reflejo
débil de la ironía y el sarcasmo
donde un epíteto
relumbra la otra ausencia.
entrada de pablo pioluchi a las
17:10
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Cuando fue hasta la heladera y desenvolvió el pequeño comestible, la sensación de placer había sido previa. Después de masticar supo que no eran chocolates y que acaso todos crecemos sin filtros y con amargura. No hace falta decir que nunca miró la marca del producto. El agua caliente estuvo ausente y distante respecto de su avidez por disfrutar. Se consoló pensando que a pesar de todo, todavía no había perdido la capacidad de sentirle el sabor a los alimentos. Aunque escupió los restos del caldo triturados sobre la mano, no pudo evitar reírse.
entrada de pablo pioluchi a las
17:09
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más bien bajito tirando a petiso
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