domingo, 19 de octubre de 2014

Dos susurros

Llueve hacia afuera
un bostezo de la fuente
y profundo es no decirlo.
Después ayer
están las manos.
Un leve temor
se demora hasta el espanto.
¿Para qué escribir
el verso que anhelaba?

Apenas tenue es este ardor
que ya evapora
el sueño de los sueños.
Y será quizás tan refractario
el viejo cansancio
que transcurre.
La rabia se aquilata
en desmadejados horizontes
donde acuden números diezmados.

Puedo evitar
los roces de este diáfano
desconsuelo.
Más la noche es trapecio
de tormentas que evadí.
Será siempre temprano
el solo poema del amor
y ya no se
si hay silencio que nos grite
el vibrar de la tierra
que perdimos.