viernes, 27 de marzo de 2009

Tatara

Va hasta la cocina. Enciende la hornalla. Pone agua en la pava. Vuelve a la silla. Enciende un cigarrillo. Mira el cuaderno abierto y resopla. Se para otra vez. Vierte la yerba en el basurero. Lava el mate. Coloca yerba nueva. Espera. Mira por la ventana. Se sonrìe. Rìe quedamente.
De nuevo se sienta. Acomoda un poco la lámpara encendida. Apaga con fuerza, oprimiendo bruscamente, el cigarrillo contra el piso del pequeño cenicero. Levanta algo la mirada. Ve los libros levemente desordenados, apilados en el mueblecito que hace las veces de biblioteca. Piensa que deberìa limpiar un poco el polvo que se acumula.
Ahora la pava chilla como un susurro. Toma el termo que està sobre la mesa. Lo llena de agua caliente. Vuelve, mate y termo en mano, a la misma silla. Se sienta y escribe acerca de la imposibilidad de escribir sobre Tatara.