viernes, 20 de julio de 2012

Tierra

No habrá guerras.
Volverán al aire todas las estatuas
y el sol,
como la piel encantada de tus labios,
será por siempre
el pleno refugio
del mar hecho sonido.

Tengan hacia el viento
los barcos la distancia.
Que el sabor de esta certeza
se renueva para hablarte,
tenuemente en la caída.

Es un vuelo de premisas
que florecen en la tarde.
Así como la luna
aleja sus espadas
y todo este venturoso suelo
sostenido ya
no deja de nacer
como un niño que espía en el rumor.