lunes, 21 de enero de 2019

Aislamiento

   Estoy descompuesto. No siento dolor ni ansiedad. Ya no tengo memoria. Sin embargo, rápidas vibraciones me recorren el cuerpo. Puedo ver cosas increíbles en esta oscuridad. Ahora percibo, lo distinto del sonido. Hablo de palabras sin materia. También hay luz pero es indescriptible. Siento las claras hendijas de la pasión más atenuada. Me llevó años adaptarme a esta lucidez sin consecuencias. En una escasisima fracción de tiempo, supe todos mis límites. No tengo la posibilidad de dejar constancia fehaciente de lo que hago y de lo que digo. Tampoco me interesa. Confieso que extraño el sabor de las frutas, la sensación del agua sobre la cara, el aire placentero que brota después de las tormentas en verano. Pero todo esto no va a llegarte como lector o espectador, si no te inmiscuis a fondo con vos mismo. Poco me importa si queres hacerlo o no. Simplemente muevo los huesos porque no tengo ya nada más que hacer.
   Creer que estoy loco sería fácil. Ayer floté entre nubes de porcelana. No puedo hacer promesas ni ofrecer excusas. Soy libre como la verdad, que es incomunicable o absolutamente evidente, da igual. Vivo en un mundo perimido. Lo maté porque ansiaba la grandeza. Quería comprobar el poder de la miseria, hundirme a pleno en la abyección, verificar la arbitraria capacidad de mi espíritu resuelto.
   Llueve, es de noche y el afuera calándote los huesos. Puede ser que usted lo haya vivenciado. Sin estufa, en invierno, se envuelve en la frazada y hace eso que tanto le gusta. ¿Soñabas que no había derrumbe? ¿Creías que el deterioro era lejano? Claro, usted me entiende. Tirás de una mínima cuerda y la estantería se desploma. Así de fácil. Así de absurdo. Así de un momento a esta parte de los siglos.
   Entonces esta declamación: la revolución es para el pueblo, desde el pueblo y con el pueblo. Lo que traducido viene a significar "no llores cariño, seremos pobres pa siempre".
   Ahora en el baño irrumpe una momia. Ahora en este sucio cuaderno detestas la palabra irrumpe. Cuestión de respeto. Usted avizora las vendas desplegadas.
   El tema en cuestión es que un libro nuevo huele mejor.
   El asunto de la cosa es que no te darás cuenta tampoco de lo mucho que ha caído en los párpados de la nieve. Más claro vendría una flor por la tristeza. ¿Ya dibujaste envuelto en la frazada? ¿Ya te fumaste el hambre y el fumo y el terco café rancio de los adjetivos de la envidia? Como preguntar, ya no pregunto. Tirá desodorante. Encendé un sahumerio. Quemá una goma. Y el último que apague la luz.
   Voy a abrir este círculo y formar una espiral. Cuidado, no soy transparente. ¿Te asustan mis cavidades? A mi también. ¿Te parece que no tiene sentido? Volví para recordarte todos los vacíos. Si estuviera desarticulado, me quedaría algo de memoria. Nadie pregunta de dónde vengo. Naturalmente, lo intuyen. Lo que más risa me da, es la brevedad. Quise prolongar esa sensación y me dolieron todas las costillas. Después llovió en silencio durante años y años. Parece que recuerdo pero solamente invento. Yo también le doy cuerda a lo que existe. Y si huelo mal, tomalo como un crecimiento. Ahora que el techo se te viene encima, usame de llavero. Por lo demás, no tengo màs espacio que el olvido. Soy la marca indescifrable de tus ceremonias; el objetivo de la piel tramposa; el candor agazapado en la imposibilidad de los juegos. También el estupor fragmentado de todas las resoluciones; el ansia mas recóndita de todas las mentiras; la obsesión más porfiada de las competencias. Pero sobre todo y ante todo, soy eso que no podes decir, aquello que no tiene inscripción y la más incierta de todas tus meditaciones.
   Ahora que me definí por completo, te permito volar sin ataduras. ¿Viste que la momia fue surcándose de negro? No te engañes, no es una pregunta. ¿Tenes hambre? ¿Te duele la cabeza? ¿Te pesan los párpados y los ojos se te cierran? Como preguntar, ya no pregunto. Hacé lo que quieras. Te espero. Siempre te espero. Ahí. En tu asombro. En tu silencio. En tu frágil eternidad. En la infinita limpieza de tu curiosidad tan sucia. ¿Querés saber por qué? Porque se me antoja, por capricho sin berrinches y porque sí.
   Lo que me conmueve es tu insistencia. Dirás que es fortaleza, quizás sabiendo lo absoluto de mi derrota. Te dejo el magma seco y áspero del sueño en el sueño; la lúbrica tarea de re ubicar mi sarcasmo; la ironía mas cruel en el fondo de tu fuego y la semilla y el átomo en lo más invisible de la duda. Por último, los hilos filosos de la luz del sol más enterrada y todos los letargos y letanías de cada una de mis palabras sin lenguaje.

  
basado retrato Spinozza.