sábado, 27 de marzo de 2010

Soletura

Alguien mira la claridad en la lejanía de la noche.
En una pequeña habitación, en el rincón mas luminoso de la casa, el muchacho ensaya los primeros acordes. La sutileza y la ironía forman parte del tiempo despierto en la sonrisa. Quizás no sepa que alguien a la distancia, està admirando ese temple cotidiano y esa lánguida manera de ser preciso en las palabras.
Ahora deja suavemente la guitarra sobre la cama. Se incorpora apenas y enciende el televisor. Vertiginosos parpadean los colores y hubo también un tiempo en que el tiempo fue esa patria a la que todos, a veces, quisiéramos volver.
El sonido se queda vibrando en el aire. Desde los vidrios de la puerta-ventana los reflejos de las estrellas brillan como un cántaro de flores sin después. Ensimismado en la incertidumbre, el muchacho contempla serio y tranquilo esa cosa con rayos católicos que alguna vez estuvo en la antesala del tamiz de la costumbre.
Alguien se sienta frente a un artefacto de aparición algo mas reciente. Acaricia levemente las teclas y escribe, como una gratitud, esta soletura.
basado retrato José Hernandez.

martes, 23 de marzo de 2010

Misiva griega

A veces las preguntas laten en un mar hirviendo. Nos tiembla el pulso bajo las horas gritonas. Se acumulan las facturas impagas y todos los platos rotos, como cenizas de una pesadilla, vuelven al discurso desnudo de la desolaciòn.
Hay pàjaros ingenuos que en el rìo màs suave de la montaña van tan sòlo mirando la àspera y brillante fortaleza de las piedras. Despuès cae todo un cielo desmesurando y cegando el horizonte.

El silencio ancestral duerme tranquilo con los ojos abiertos. Millones y millones de tormentas dejaron que el dolor se marche del espejo. Ahora todo esto se vuelve un cine abandonado.
Hay un remitente destinado al mismo olvido. Hay una caricia en la memoria que tolera su propio desconcierto. A veces en la fragua de la tarde rimbombante, algunos rincones se tornan amarillos y pequeños retazos de belleza explotan contra la indiferencia del reloj.

Se dirìa de pronto, de sùbito, de repente pero ya casi todo està gastado. Desconozco las puertas que al estrado conducen. No sabrìa decir en verdad el peso y el tamaño de algunos picaportes. Nadie apenas se inventa los estantes en el màrmol terrible de aquellos escalones. Veo todo lo que falta para llegar a las palabras.
Desciendo por el margen inhòspito de la ausencia de tu piel. Adivino la posdata sin envidia ni recursos ni escabrosas carcajadas. Pero la mañana es un cansancio que se va en el humo y en el desasosiego de haber soñado con los timbres del futuro. Me caigo de nuevo frente a la velocidad del trànsito por calles y autopistas; y parece que no hay tinta que floresca aquel beso parturiento que perdimos. Lentamente me arranco el hambre y la tristeza del hombre que no fui.



jueves, 4 de marzo de 2010

Cosas

Cae un rìo en la centella
del aire espùreo
casi como un designio
de lo muerto por la imagen
de la imagen.
Que sigue la distancia
febril
rondando en esa orilla
donde vuelven a partir
los peces de la noche.


Obsoleto descubrì
que el rencor no era silencio.
Tampoco hay un reproche
màs que toda la ausencia
de esta novedad.
Suena demasiado vacìo
aquel martillo inapelable.


Entonces
simplemente
se cayò a pedazos la vasija.