lunes, 21 de noviembre de 2022

Descontractura

 Entumecido por la niebla

de entender los sentimientos

Al atrapar más nubes

escapó otra esquina

De lo genuino

que quiebra los sentidos


Donde ningún punto

dice pero cantado el estribillo

porque la mente

va a viajarte

desde la espalda que baja

en tensión de la tristeza

por los hombros

de la limpidez mis ojos

que ahora

se cierran.


A menudo leo estas dos palabras

"por consiguiente"

y adolece mi concentración

que detiene la nada

poco a poco

que será lo inesperado 

otra vez lo que vendrá.




martes, 15 de noviembre de 2022

Relojes de sol

 Una madera en alta mar.

Un proyectil petrificado en la tarde.

Una isla desierta 

sobre la hornalla de la cocina.

Otro recuerdo para evitar perderme.

Y la superficie triste

de mis encias.


La conciencia acompañándome

sin la mala voluntad

de otro grillo abandonado.

La fuerza omnipresente

de la amistad perpetua.

Un bálsamo de arena

entre los tobillos 

de la indiferencia.


Un pan dulce sin vitrinas.

La esfera compasiva

que ayuna sin hambres abismadas.

Esta única certeza en el corazón.

El poder de la divinidad

con sus respuestas inmediatas.



domingo, 13 de noviembre de 2022

Ensueños

                             "... sólo los ángeles tienen el privilegio de ser testigos..."

                    Gris Marsala, en "La piel del tambor", Arturo Perez Reverte     


   El día que Esteban Yorines murió, el mundo se detuvo.

   Sucedió durante una fría noche de invierno. Ella bailó como nunca junto a una escoba. El sólo miró y miró porque nada más era posible. O así lo creyó. Y entonces luego, tanto se maldijo, que los años se fueron así. sin sentido ni presente. Tanta belleza y tanto amor y apenas un anhelo o un intento o una fracción de segundo. Y todo lo que es ajeno no es ajeno porque vive fraternal en nuestro dolor. De una frase mal escrita dirán las superficies y este mundo sin mundo donde todo el futuro llegando estará por siempre. Claro que tampoco importa escribir ni decir ni sobresaltar. Así tan simple y tan profundo como quizás imposible. Yo sé tus ojos y tus intentos primeros y aquel entusiasmo que yo perdí en los días prevaricados de tanta sombra. No interesan ya, las comparaciones ni los parámetros. Sino apenas lo nuestro, que parece tan poco y aunque lo es, ¿quién podría decir que es poco y que no sirve? Aquí. Acá. Ahora. Y este sueño que no sueña. ¿Qué es el alma sino esta forma de decir, callando? Haceme saber que estás bien y que eso es todo lo que vale.

   Tono de carta sin remitente. La sobriedad viviendo lo real como un sueño.


   Es una de esas noches donde el caparazón no para de doler. No hay a quien acudir ni como frenar la mente. Ese instante en que quisiera vivir sin darme cuenta de nada. Siempre hace frío ahí donde la cabeza está al borde de estallar y dormir es un don del cielo o algo por el estilo. Pero también el dormir rotundo, sin sueños, neto y oscuro. ¿Existe esa forma de dormir? Es la más cercana a la muerte, la que más se aproxima a un mundo totalmente detenido. Las rendijas, los resquicios, los vislumbres están siempre. ¿Hay otro modo de captar la fraternidad? ¿Puede tu alma ser asidua en lo fraterno? ¿Qué fortaleza es precisa para transitar y permanecer en esa profundidad sin rastro alguno de ruindad, de vicio o de defecto? Hubo varias noches y también de primavera y de verano. El más feliz de los amores incondicionales. Ese que no pesa, no derrumba, no mata ni muere.


   La mente frena cuando los pensamientos no duelen en exceso. Esteban Yorines pudo soñar un sueño nada insulso. En la plenitud de lo inconsciente los cuerpos desdeñan todo daño. La perfección no es residual y nuestros reciclajes, a veces quieren desenterrar de cuajo toda la crueldad. Pero existe una intensidad que es manipulación, engaño y violencia. Para que ese camino tenebroso no se manifieste, hay que elaborar, a fondo, el propio interior. Si lo inaccesible duele en su desesperada inaprehención, que no lastime hasta lacerar las heridas de todos. Nos queda este camino de tierra imaginado, esta casita de barro sin horneros, este jardín en el aire de lo que no fue. Y un fragmento de canción del fragmento de mi nombre. Y un "quizás porque..." que me hace reír.

   Cuando el alma de Esteban Yorines ya no pudo más con el peso de la tristeza, el mundo se acabó y, dijérase increíblemente, fue volviéndose otro mundo. Bajo el peor estado anímico es cuando no podés ni reposar y el cansancio abruma hasta el último rincón del cuerpo y el espíritu. Una penumbra incesante que no se calma con nada. La forma más destructiva de la espera. Donde no queda ni un poco de fuerza para sobrevivir. Esa oscuridad que te estruja el alma, transida de ansiedad. El sudor que brota porque sí y los temblores sin luz de todos los caminos anulados. Cuando salir a comprar para comer es casi un acto heroico y levantarse para encender una mínima luz, requiere de un esfuerzo inaudito. La densidad más desquiciada, presionando en la más completa de las incertidumbres. Comerse a porfía todos los mocos y la náusea que sube hasta las pupilas acuosas y el dolor que remite y repercute por toda la espina dorsal. El más fétido aliento haciéndote doler hasta el último pelo. La desesperanzada, infinita, lenta nicotina pegoteándose en el principio de cada día. Y aún así, la hermosa sensación de la música volviéndose real, corpórea, contundente, cubriéndolo todo y dándole una emoción tranquila a cada matiz de las cosas. Pero diez años no es un día y ¿cómo volver del automatismo más feroz? ¿cómo salir de la delirante soledad? Así, con este brotecito.     



Puerta de servicio

   Cultivo una hipérbole. Soy el nieto no reconocido de Macedonio Fernández. Todavía no sé que forma tiene. De vez en cuando me preocupan las aristas que le crecen de golpe. Hasta que me doy cuenta de su vana pretensión de ser añejada. Entonces todo ese anacronismo me deja impasible. Es que no percibo la lentitud con que evoluciona. Otros saben degustarla, mientras que yo, apenas si consigo asombrarme. Debe ser que una vez me tomé un vino patero y vi de cerca a la huesuda. Tanto y tan fuerte fue su influjo que aún hoy, después de muchos años, me dura lo acobardado. Un regusto a perpetuo vino triste me dejó el exquisito néctar. Y además esta forma de hilvanar las frases, tan-que-no-te-entiendo-nada. ¿Será necesario añadir que tampoco quiero un vino de cartón? Volviendo a mí hipérbole, quizás la magnitud de su fisonomía, consigue este efecto increíble: no puedo verla. Es como si me pusieran un elefante en las narices y yo dijera ¿de qué elefante me hablás? Así es como ocurre todo en mi vida. ¿Cómo la cultivo? Sencillo. La alimento con fuegos artificiales. Le doy gato por liebre y ella crece y crece. A veces es peor, no le doy nada pero ella responde según su naturaleza. No puede reaccionar de otra manera y entonces se agiganta todavía más. La estimula todo lo que sea afín  a su sino, a su esencia, a su como se llame. Y me deja así. Hecho un ovillo de lana mojada.

   Ahora debería describir en qué consiste ese gato por liebre pero ya ven, no logro tampoco, eludir el preámbulo necesariamente secreto, no visto, no mostrado. El iceberg es precisamente la hipérbole en cuestión. Así que mejor me retiro, silbando bajito y sin rencor. Hipérbole que me hiciste mal y sin embargo te quiero. Fiel a mi sangre, dejo la puerta entreabierta y algún día también, la pereza a un costado.





   

viernes, 11 de noviembre de 2022

Sonidos

 La infinita verdad

sin excesos ni exigencias

busca  un pliegue tenue

para armonizar

tanta exquisita belleza.


No hay derrumbe que manche

las cristalinas aguas

del barro de la fe.


Viaja el mundo desprovisto

de  aduanas ¿sincréticas?

y una benévola duda

desconoce la suficiencia

del océano dulcificado.

Así todas las palabras

llegan como faros

desde la brisa repentina.




Cielo de mí

 Extraño sentirme vivo

y fluyendo

sin oscuros decaimientos

de la energía.

Hay además

la añoranza insustancial

de todo paraíso

transitado,

perdido,

irrecuperable,

si la herida no cierra.


Mente, cuerpo y  espíritu

sin los mediocres obstáculos

de mis miserias.



Raíz

 El trinar de las aves

por la mañana.

La búsqueda del  aire

bajo el sol.

Todas las lluvias

que pasaron inadvertidas.

Por la piel de la piel

que se llevó esta arcilla

de una tarde consumada.

Las estructuras frías,

sin ancestros en los pies

acuden cotidianas

hasta la  espesura

del espíritu sin profundidad.

Esta hoja de papel

tributada  por el árbol

y la inquietud

de mis manos desfasadas.

Absolutamente toda la  calma

de un pájaro  silencioso

inquiriendo las cortezas.

Los nombres  de lo vivo

dentro de los nombres de lo vivo.

Por cada vuelo que nos trae

la  conciencia delicada

de contemplar la luz.




Respiración

 Mientras caen los días

escribo casi con urgencia

como  si ya no hubiera

nada más que hacer.

Versos y versos

naturalmente

destinados al olvido

(esa suavidad imaginaria)


Más de veinte años

con el mismo cuaderno

y un parecido extrañamiento

de recién llegado

a la ciudad.

Levemente  ilegible

bufa el sopor

acaso ambiguo

de volver a no encontrarte.

basado en "Respiración artificial", Ricardo Piglia. 

Largo recorrido

 Desvaríos del tiempo

en el camino

que  remite  y repercute

por el duro efecto 

que dejó un encierro.


Veinte años no es nada

febril la mirada (errante en la sombra)

te busca y te nombra

Conchasumadre


Y desandar lo mismo

sin reír sicótico

ni llorar por gusto

que a nacer hemos  nacido.


Un diluvio fue regado

para los días sin prejuicios

y el verso todavía

que no puedo  remontar

cortándose en la noche

de la oscuridad que no vestimos.


De la propia luz

saldré

hacia el centro de tus ojos.




sábado, 5 de noviembre de 2022

Intuición

Voy a darte un consejo

pero otro día

hoy se me hizo tarde

de tan temprano.


Estoy tomado por la luz

que presiona sobre mí.


Insinúa en las estrellas

toda la noche

del espacio más lejana

por la tierra

febril del pavimento.


Cosas sobre cosas

entre calles sobre calles

soy por fin

toda la manada

viendo para siempre

el brillo de la córnea.

Nunca fueron balcones las esquinas

donde para mí

los sueños me disparan

y un conato ciego de lo dicho

emerge frágil en la flor.


Después amaneció

la lluvia contra el viento.