domingo, 20 de septiembre de 2015

Humanidad

Fundido
y hundido,
el mar no tiene piel.

Pérdida
y cansancio,
el sol es un agobio sin después.

Gira el corazón
como un puñado
de huesos resquebrajados.

Ahora se de barcos
encallados en la flor
de todo el horizonte
que inunda este presagio.

Nunca llueve
en la rispida cordura
y la tierra grita un desencuentro
disecado en un susurro.

Preciso es nombrar
las palabras que se alejan
como un trébol de párpados
desmenuzando este silencio.

Me paso de largo y llego tarde
una y otra vez,
irrisorio es el destino
de todas nuestras tristes vidas.



Sueño desparramado

No hay más que espera
en este apuro.
Cada cual agita
y nutre su parcela.
Estoy colmado de pozos.

Se vuela lo que doy
y entre tanto poco
de rincones
ni una lágrima se subleva.
Siempre es otro este poema.

Después vendrá
el techo a pisotearme
los brillos de la luna
y la derrota derrotero
planificara para nosotros.

Importaban como gaviotas
mis destartalados dibujitos.
Tan tenue algún sonido
me sobresalta
como la monotonía.