Acompañamiento
Maltratado como el lenguaje
vuelvo a su cadencia
que me alimenta sin comparaciones
como un suburbio vacío de gritos.
Todos los charcos se fueron
por su cauce en las películas
donde habitaban menos ranas
que en el castillo de arena
durante mi infancia tan feliz.
Volver a sentir que hay caminos posibles
y menos desiertos en la piel
donde la absoluta tierra
no está muerta incluso de presagios.
Una suma de rincones que atenúan
mis abismos en el humo de las costillas
que declaran la exacta claridad.
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