domingo, 21 de diciembre de 2025

Economía de guerra

    La determinación fue una y total. No era una changa más. Pintaba prolijo y cantando. Muy de a poco porque le dolía todo el cuerpo. Las herramientas y el material estaban completos y en orden. Supo callar, esta vez, todo aquello que no iba. Los demás empleos, las otras actividades, todas las changuitas, incluídos los sueños, las decepciones, los fracasos, toda imagen que lo llevaba a otra imagen. Como mentiras necesarias pero insolventes. Todo repleto de pantallas. Cada vez más finas, más delgadas, más tenues, más dinero, más planas, más lejanas, más incomibles, adormecedoras pantallas. Comer vidrio casi literal, como a plomo de cada baño, de toda tos, de mucha helada como colegio con suerte. 

   - Algunas son de plástico y las tiran a la basura - le dijo un pajarito, sonriendo pa'dentro.

   - Basura. Todo es basura. Desperdicios en el alma la locura. Erótica y maloliente basura. Seducción de alcantarilla. Flojera espantada en el residuo de la palabra misma. Oscuro trapo retorcido. Falto de aire. Densidad fétida que ni las moscas se acercan. Piel deshechada harto curtida sombra en el espectro fluidico de cada tarde. Estornudo paupérrimo sin solución de pacto o las pequeñas traiciones mudas. Basura. Lealtad infinita de la basura. Revolcón sin vuelo ni halo ni aura ni temple ni en escozor erradicado por nubes ciertas. Pañuelo reseco de la llovizna enferma. Legañosos vendavales quedándose vacíos, faltos de premonición y ruptura. Escuálida y flaca basura.

   - Ajá - respondió con aplomo el colibrí. - Muy literario todo.- y se alejó aleteando como un ventilador.

   Quedó en cuclillas en medio de la calle. El espanto se sucedió. Personas comiendo de la basura. Recordó el pan, aunque la afinación poética era ya un éxodo. Calles y más calles. Fue liviano alguna vez, caminando como quien flota y sobrevuela. Sin ambiciones. Sin historia propia por imposibilidad de ser contada. Su mucha soledad que era todo incertidumbre. No es recomendable mirarse al espejo, después de leer poesía. También reír puede haber hasta el miedo cerval en las hendiduras y llanuras y desiertos. Desde siglos que estaba sin piel. El techo se le venía encima y saber los cielos, era una frágil desmesura. Entonces le alcanzaron la llave del departamento que estaba pintando. Unos mangos y seguir tirando. Lento, apocado, pesado, trabajoso, país de Sisifo y las grandes piedras. Todo por la borda como algunos? Descenso definitivo sin máscaras? Caída total de las cornisas por hartazgo, desesperación, pena y delirio? Le quedaba un colchón de una plaza. Siguió fumando y las costillas eran truenos. Empeines de los pies, doloridos hasta el grito. Escalera o ascensor. Ya daba igual. Con colchón y todo por las esquinas. Cientos de indigentes, vistos y conversaciones, quebrados y a veces risueños. Ningún clochard de Rayuela, aunque la referencia de un oscuro puente. Caminó diez cuadras y la vió. Flaca, desdentada, pintarrajeada y levemente etérea. El precio era todo su capital menos el telo barato. La changa de bulo y después, cómo saber ya cualquier después? Ya no sentía agitación ni nervio alguno. Así como muerto en vida, le propuso lo planeado. Desconfiada y recelosa, de a poco fue diciéndole que sí. Colchón en mano y calentura en ristre, allá fueron Adán y Eva en procura de manzanas. Caminaban y casi reían, porque el colchón era una carpeta demasiado grande bajo el brazo. Perspectiva de intemperie le cruzaban los ojos y quién te ha visto y quién te ve. Pánico instalado y la abandonada costra de los cuerpos. Como heridos de guerra sin solución de auxilio. Un dominó cayendo pero en pedazos y acaso un despótico dedo, perdido en su esencia de mano. Mismo horror ahuyentando la vitalidad que descansa y florece por mucho más allá de las pupilas.

   - Florece. El talento es una semilla que siempre florece, cariño.- Definió ella con una sonrisa semejante a un cielo abriéndose de nubes que pasan lentamente y nunca terminan. Cervantes no es inmortal por el mero hecho de su infortunio. Quizás ahí se esconda el sentido de la palabra talento, tan antigua y acaso más que la Biblia.

   - Eterno es que lleguemos a ese departamento, flaquito.- dijo ahora ella. Le deseó suerte, un beso en la mejilla y se alejó. Quedó ahí, como petrificado en la esquina y sin embargo, una sensación de piedad flotó en el aire. Supo que devolvería la llave, que haría unos pesos y que la vida continuaría. Pero no adivinó que interrumpirian sus servicios y la calentura seguiría siendo calentura, mientras no dejara de pensar de un modo sentencioso y solemne, soterrado y pretendidamente luminoso, medroso y atrabiliario, esquinado y ridículo, al borde pero volviendo, esperando alguna forma de brote, sujeta a mucha menos oscuridad. Rió como quien exhala un viento leve y caminó, bajo un peso relativo, de regreso a su casa. Ascensor o escalera? Vacío o fuerza? Nada pasa si no hay conflicto. La conmiseración es un mundo en paz. Se ven jardines, hermosos jardines floreciendo. Una prostituta muere desnucada al caer por la escalera, decía un pequeño apartado de algún diario. Un hombre fallece por falla técnica de ascensor, narraba casi otro matutino.




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