martes, 18 de noviembre de 2025

Después del cine

    Volaba de fiebre. Parece que sangrar es el precio de este frío. No era todo el corazón lo que latía en el cuerpo cierto de la felicidad. Irrumpe un recuerdo. Había cine en los bolsillos. Ganas de partir pero cómo y adónde. El humo es para siempre. Fue horizonte el campo. Todo es mentira, por supuesto. Cuando la vida más viajaba. Cuando mirar atrás no era pertinente. Un chat de terra. Una noche de semana. La soledad no tiene rumbo. No tiene norte. No tiene asidero. Tampoco las palabras quizás. El destino resbala caprichoso y no hay parámetros que sirvan a la hora de la urgencia. Una mujer golpeada. Una nouvelle de Faulkner. Ningún juicio verdadero. Un sol que no sabemos, pero vimos. La puerta de una casa allá en el norte argentino. Siempre la pobreza, el hastío, precariedad y algo endeble en el lenguaje. Los tiempos que se mezclan y lo indescifrable y misterioso de los nombres. Un reloj detenido. Si la desesperación mueve montañas, el amparo las resitua. Más años atrás dobló la infancia. Ahora es un recodo de las ansias, la simpleza evaporada en viento tanto.

   Presente en un decaimiento. Nadie escruta lo que piensa un árbol. La sentencia parcial es un reguero de caídos. Impersonal vuela otra pausa. Alquimia febril, delirio y torso. Sostenimiento de un deseo y veredas que se abren. Lados opuestos y la posible esquizofrenia. La memoria fallando en el título de una novela de Daniel Moyano. El cuerpo y los sonidos. La interminable tos. Un prólogo en el corto aliento. La ajena alegría por debajo de las cosas. Tres golpes de timbal. Por dentro esta distancia. Extrañamiento y hambre. Cansancio y vacío. Juego sin juego y pozos en el aire. Para hacer un mundo nuevo, de nuevo sin lo nuevo. Dispositivos de una mano que abraza el mentón. Verano sin veranito años de irse. Sonámbulo de lecturas. Compulsión de cuerpo herido. Ínfimo en rescates, sobrevive un limón.


   Tercera instancia. Escribir para sembrar el viento. Cuestión de fe. Abstracciones en lo incómodo. Presupuesto de los años. Más allá y en la caída, menos hermetismo en el oxígeno. Viudas en el celuloide. Presencia objetivada sin caprichos. Se impone recuperar el presente. Verbo de la eternidad, ubicuo, indescifrable, milagroso, sustancial. Y en peligro de extinción, todavía los colores. Golpe, caricia y cicatriz. Un arlequín. La providencia es más certera. Una claridad, ilumina esta modestia. El amor está ocupado. Supe el tiempo y lo anterior. Oscuridad que repite lo instantáneo. Intuición que no elabora. Punto de llegada y sin saber, seré más paz. Pasa un párpado la luz que espera.

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