Mientras las estrellas titilan
El verano es la fascinación de Macondo, acompañando nuestros páramos. Y algún delirio de sal que promete faros y barcos ahuyentando los abismos glaciares. También todas las sombras benignas de los árboles, esos seres sin mácula ni solemnidad.
Esta navidad soñamos a contra reloj, sin prisas, para despertar de tanta arbitraria inercia.
Los hechos sin decir ni nombrar, partirán en menudencias. Nunca existió la claridad que sueño. Aún así, puede el sol atravesar las nubes. El milagro y el fin, ocurren todo el tiempo. Sólo es el viento, que habla mucho mejor. Algo de alguien, tan personal, como la luna que se fue demasiado expuesta para quedarse siempre sin nuestras pretensiones absurdas. Brillar es sin excusas, ni importancia ni razón. Desde toda esta inmensidad, vuelven los frutos a saber su luz.
basado foto García Márquez.
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