Redes
No hay ningún caballero.
No hay ninguna armadura.
Es mustio y oscuro
y tiene sabor a aceite
requemado
el brindis de la nada
que a todo dice sí
que a todo sonríe
que a todo se acostumbra.
Excepto este sesgo
infantil que te guardo
tus ojos color miel
son mejores que el mar
y que toda filosofía.
Se que vas a estar
ahí
donde ni siquiera me pierdo
acaso para trasmutar
mi energía hecha
de palabras que amo
y detesto a la hora
en que los sueños
me deshabitan
como un reguero
de muerte en muerte
por las nervaduras
de mi pánico.
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