Trastorno
Yo sé que la muerte
no es tan querendona
porque si lo fuera
ya me hubiese llevado.
Es más bien lo que traba
la lengua en el viento,
también la memoria
e incluso este verso.
Yo vi un cementerio
en cada segundo
del pulso que late
entre frenos y distancias.
Amaba ser niño
cuando era mi madre,
y ahora que llueven
puñales de abismo
soy el hijo del mundo
del tren que no viene.
A veces siento
que estoy vivo,
vagando en regiones
de sueños intocables
y cuando despierto
soy esta calma perdida y ausente.
Donde también está el espejo
diciéndonos "mirá vos".
Con los años seremos canonizados.
De momento sigo absuelto,
felizmente olvidado, con cara de hereje
y en el presente del futuro.
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