jueves, 15 de octubre de 2020

Trastorno

Yo sé que la muerte

no es tan querendona

porque si lo fuera

ya me hubiese llevado.


Es más bien lo que traba

la lengua en el viento, 

también la memoria

e incluso este verso.


Yo vi un cementerio

en cada segundo

del pulso que late

entre frenos y distancias.


Amaba ser niño

cuando era mi madre,

y ahora que llueven

puñales de abismo

soy el hijo del mundo

del tren que no viene.


A veces siento

que estoy vivo,

vagando en regiones

de sueños intocables

y cuando despierto

soy esta calma perdida y ausente.


Donde también está el espejo

diciéndonos "mirá vos".

Con los años seremos canonizados.

De momento sigo absuelto,

felizmente olvidado, con cara de hereje

y en el presente del futuro.




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