miércoles, 10 de febrero de 2010

Subsuelos

Huele a diarios viejos
reemplazando el vidrio de las ventanas
a demasiados fracasos a patadas
que son tropiezo y murmullo
y bronca y rabia y ya màs no sè.
A sòtano sudado que agrede la garganta
para siempre en un desinfectante quieto.
A violines quebrados
en cualquier alquitràn
de cualquier invierno.
A rezongo tan limpio como inùtil.
A estùpido brillo de publicidad
a las tres de la tarde.
A ni me mires ni me toques.
A fingir que nos escuchamos
mientras la costumbre
de vivir en el equìvoco
hace que cualquier flor
se marchite hasta lo insìpido.
A tango anacrònico y ridìculo
ampoyado en el sonido
de cantar durmiendo el entusiasmo.
A espejo de barro
en la feria bulliciosa del olvido.
A tartamudeo
a mudo petrificado escozor
a papel mojado
a diminuta esperanza
barrida y atravesada bajo la ùltima tormenta
a verso demasiado mal escrito
y sin mùsica

y huele como la lentitud
de un tren eterno
a la permanente somnolencia
de las horas huecas
y ahuecadas
por tanto desencuentro y desamor.



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