Escribir para dispensarte
de todo dolor.
Ni un Dios podría, corazón.
Tampoco el Diablo
entenderá su suerte.
Puedo refunfuñar
por toda la eternidad
que tu libertad
es mi esclavitud.
¿Y cuánto de cierto
hay en la locura?
¡Cuánto desierto!
Como ir perdiendo
a cada instante
la conciencia de lo real.
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